A juzgar por lo que decía en abril, era de esperarse que Rafael Correa celebrara la declaratoria de la muerte cruzada como con gol ecuatoriano en mundial. Pero la reacción del prófugo fue de alegría muy mal disimulada. Tardó en comentar la decisión de Lasso y cuando lo hizo puso más energía en decir que la medida era inconstitucional. Pasaron varias horas para que se adjudicara el hecho como un triunfo y cuando lo hizo lucía mal encarado. Tanto en la entrevista a su servil radio Pichincha como a la cadena putinista RT, dio a entender que su máxima esperanza era que la Corte Constitucional anule la medida. Su bancada de la Asamblea también demoró en ‘celebrar’ y cuando lo hizo, la exasambleísta Marcela Holguín leyó con dificultad un comunicado que decía que la muerte cruzada era un triunfo. ¿Tenía que leer para decir eso?
No es difícil entender la incomodidad de Correa. Para comenzar, el respaldo del 75 % que recibió Lasso tras la medida debe haberle estreñido el ánimo. Para Correa era mucho más cómodo desempolvar su operativo electoral en el 2025 que ahora. Para el 2025, el prófugo pudo haber contado con que uno de sus alfiles como Pabel Muñoz o Marcela Aguiñaga hubieran acumulado la suficiente popularidad como para renunciar a sus nuevos cargos y ser opciones presidenciales. Ahora, eso resulta imposible y sus únicas barajas son Carlos Rabascall o Andrés Arauz. Es obvio también que Correa debe estar entendiendo que una parte importante del electorado va a relacionar a su movimiento con la aborrecible Asamblea.
Pero el estreñimiento emocional de Correa se debe principalmente a que se le cayó su plan: la Asamblea tenía todo listo para destituir a la fiscal y así buscar la nulidad de su caso. Ahora, sin una Asamblea que la amenace, Diana Salazar pudo desbaratar con sus investigaciones al Consejo de la Judicatura que era el as de Correa para tomarse la justicia. Sin Judicatura ni Asamblea de bolsillo, además, al prófugo se le hace mucho más difícil conseguir el control de la Corte Nacional, como aspiraba para poder limpiar su prontuario. El que haya dedicado más tuits a insultar a la fiscal y a defender a los vocales de la Judicatura investigados que a comentar la muerte cruzada lo delata. Sin Asamblea, a Correa se le hicieron agua los helados.
