Gustavo Anbinder, director de Negocios & Desarrollo de Genneia, hizo mención al rol que tienen actualmente las energías renovables en la matriz energética, qué proyecciones hay a futuro en ese aspecto y cuáles son hoy los principales desafíos a superar en este sector.
“Pasamos de una energía que era puramente fósil a una matriz donde las energías renovables están tomando mayor participación. En 2017, teníamos menos del 2% de energía renovable en la matriz. En 2022, cerró con el 14% de participación de la matriz energética. Vemos un crecimiento sostenido, que sigue la tendencia del mundo”, señaló.
Al explicar los motivos que impulsan este crecimiento en el país, más allá de contar con los recursos naturales, explicó: “Hoy tenemos dos puntos fundamentales: el cambio climático genera problemas a nivel global, con efectos inmediatos y Argentina necesita contribuir en la transición energética. El otro foco es el económico: ya hay barreras arancelarias en los principales mercados donde Argentina exporta, los productos que no están descarbonizados en sus procesos productivos, están penalizados. Y eso significa que se nos van cerrando mercados. Claramente las compañías necesitan descarbonizar sus procesos, necesitan tener productos que van a vender más limpios desde su cadena productiva para penetrar en esos mercados”.
En tanto, al referirse sobre los requisitos que son necesario para que la participación de las renovables crezca en la matriz energética argentina, Anbinder remarcó: “Hoy tenemos una ley, la 27.191, que nos dice que en el año 2025 tenemos que alcanzar el 20% de la matriz. Al ritmo que vamos es difícil que se alcance. Para los países que tienen el recurso, lo razonable es llegar al 30% de participación. Hoy, por cuestiones tecnológicas, se está discutiendo el 100%: parece una utopía, pero es algo que se está discutiendo. La ley dice 20%, los recursos dan para mucho más, pero entre 30 y 35% sería una participación razonable”.
“El problema es que la demanda está concentrada en un lugar y los recursos en distintos lugares del país. En Argentina siempre está la discusión de cómo poder acomodarse en función de cuál es la industria que está atrás y qué inversión de infraestructura tengo”, agregó Anbinder, quien concluyó: “Hoy tenemos cuellos de botellas por todos los lados de las líneas de transmisiones, tanto para las renovables como para las hidroeléctricas. El problema es que la industria es de capital intensiva, que requiere plazo de amortización muy largos. Al ser líneas de transmisión, que es un negocio que está regulado, significa hundir enorme cantidad de capital con una recuperación de 30 o más años. Y no está claro en la regulación quién es el que debe hacer la expansión. Hay un debate entre los distintos ámbitos de la energía para ver cómo podemos aportar para construir esa infraestructura”.