La tempestad puede destruir todas las plantas, pero no las semillas, así dice Yibrán Jalil en su libro Autorretrato. Hemos sido arrastrados a una elección del Ejecutivo y del Legislativo, no prevista, inoportuna y peligrosa, pero fue la única salida política del Gobierno del Encuentro y única vía democrática al bloqueo sistemático que los asambleístas impusieron al país.
Por lo tanto, tenemos un gran reto: cuidar las semillas en esta gran tormenta política que estamos atravesando.
Y, ¿a qué me refiero con cuidar la semilla? Lo sabemos cada uno de nosotros, en nuestro interior, cuando soñamos en qué país queremos vivir. ¿Cuáles son esos valores a los que nuestra población aspira? Por ejemplo, necesitamos que las fuerzas políticas puedan convenir puntos programáticos de un acuerdo que debe incluir, mantener la democracia, alejados de la autocracia, de la oclocracia y del populismo irresponsable; el respeto a la libertad de opinión; una manifiesta lucha contra la corrupción, con recuperación de los fondos alevosamente robados a nuestras arcas públicas; impulso a una justicia, Fiscalía y fuerzas del orden, libres de contaminación de las narcomafias. Transparencia en el origen de los fondos que se usen en las campañas políticas. Un consejo de participación ciudadana alejado de la doctrina partidista. Un renacimiento de partidos políticos jóvenes, con formación en valores. Fomento a que las empresas tengan modelos inclusivos que aporten prosperidad, en especial a los más pobres. Inversión pública en proyectos que dinamicen la economía, protección de la dolarización y me imagino que ustedes, queridos lectores, tienen en su mente muchas más semillas que deben germinar.
Pero eso no se queda allí, a más de ese pacto político, queremos ver también a la sociedad civil, a las organizaciones no gubernamentales, a la academia, a los gremios empresariales y a las iglesias, proponiendo una agenda a largo plazo que nos marque el camino a seguir. Que genere confianza entre los ciudadanos que amamos al Ecuador.
El gran reto es el de impulsar los dos procesos simultáneamente. Entender al próximo gobierno como el tiempo de la paz social. Un gobierno constructor de instituciones fuertes.
Solo con un camino claro en la ruta de la confianza y la prosperidad podremos cosechar las semillas que con tanto celo guardamos en nuestro interior.
Aceptemos el reto.