En el Ecuador hay políticos que se han dedicado a satanizar al capital. Dicen que es una forma de explotación laboral, pero no han entendido que todas las comodidades que la vida moderna nos ofrece, como la radio, televisión, computadores, celulares, internet, y que hacen que disfrutemos en nuestras ciudades de agua corriente, luz eléctrica, automóviles, buses, trenes, aviones, todo esto se lo debemos a alguien que tuvo una idea y a alguien que puso el capital para desarrollarlo.
Ecuador no quiere el comunismo andino, no queremos volver al Tahuantinsuyo, no queremos que se queme a Quito, no queremos se denigre la majestad de la Asamblea con folclorismos y pinturas de guerra. Como resultado sus coterráneos emigran a Estados Unidos, porque allí sí se entendió la importancia del capital y del trabajo, porque el capitalista que pone el dinero y da trabajo no paga impuestos.
Ecuador quiere atraer inversión extranjera para generar trabajo, pero no deja entrar capital barato de la banca extranjera; creen que pueden crear trabajo por decreto, con un código de trabajo que condena al 70 % de ecuatorianos a la miseria de vender agua y baratijas. Un gran economista ecuatoriano dijo que debemos reducir el salario mínimo a la mitad. No creo que esto sea necesario si se respetan los contratos laborales, y el país mira al futuro y adopta ¡la libre contratación laboral!
Juan Orús Guerra