Generalmente, si pensamos cuál es nuestro primer recuerdo, se nos venga a la mente alguna situación familiar, el nacimiento de algún hermano, el primer día del jardín. Sin importar cual sea, la mayoría de las personas no logran recordar ningún acontecimiento que haya sucedido antes de los 3 años de vida.
Este es un fenómeno que los investigadores han denominado “amnesia infantil”. Se refiere a la incapacidad de los adultos para recordar eventos que ocurrieron durante los primeros años de vida, generalmente antes de los 3 o 4 años de edad. Esta, no implica la pérdida total de la memoria de la infancia, sino más bien la falta de acceso consciente a los recuerdos de esa etapa.
Aunque no recordemos cosas de antes de los 2 o 3 años, los expertos apuntan a que los bebés sí que pueden formar recuerdos. Eso sí, no son el tipo de recuerdos que nos dicen cosas sobre nosotros mismos.
Para entender con precisión como funciona la conciencia de un bebe hay que dividir el proceso por etapas madurativas. Ya que desde su nacimiento pueden recordar, pero no de la misma manera que un adulto.
Durante los primeros meses de vida, los bebés muestran una capacidad notable para reconocer y recordar estímulos sensoriales familiares. Estudios han demostrado que los recién nacidos pueden acordarse la voz de su madre, el olor de la leche materna y otros estímulos sensoriales que les son familiares. Esta capacidad sugiere que los bebés tienen una memoria sensorial temprana que les permite distinguir entre experiencias conocidas y novedosas.
Allí esta presente la memoria implícita, es decir, aquella que registra y almacena la información de un modo no consciente (memoria inconsciente).
A medida que los bebés se acercan a los tres meses de edad, comienzan a desarrollar habilidades de memoria implícita, lo que implica aprender asociaciones entre estímulos y respuestas sin ser conscientes de ello. Por ejemplo, los bebés pueden aprender a anticipar un evento específico, como la aparición de un sonido o la presentación de un juguete, basándose en la repetición de patrones. Esto sugiere que pueden retener información en su memoria a largo plazo y utilizarla para predecir eventos futuros.
A medida que los bebés alcanzan los seis meses, su capacidad de memoria de corto plazo comienza a desarrollarse. Los bebés pueden retener información durante un breve período de tiempo y utilizarla para resolver problemas simples, como recordar la ubicación de un juguete escondido.
Reconoce completamente a las personas más cercanas y las recuerdan bien, (abuelos, hermanos, padres, niñeras), por lo que ya empieza a extrañar a la gente que no conoce, y también comprende la relación que existe entre algunas acciones, (rutinas), porque las recuerda. Ejemplo de ello es que cuando le quitan ropa sabe que le van a bañar.
Recuerdan mucho más debido a que ya tiene cierta expresión lingüística, y aparece la memoria explicita porque ya puede comunicarse. Sabe que si aprieta un botón el juguete habla, o si da la vuelta a una carta vera una imágen. Retiene y relaciona algunos sonidos con situaciones. A los 18 meses ya recuerda acontecimientos en un determinado orden espacio-temporal.
Es cuando el lenguaje empieza a emerger con fuerza y con ello la memoria a largo plazo. Recuerda nombres de personas, objetos, colores, etc. Puede seguir el hilo al contarle un cuento, porque recuerda la historia. Expresa sus sentimientos básicos y los relaciona con situaciones.
Aunque todavía están en una etapa temprana de desarrollo, su memoria ha madurado y han adquirido habilidades para retener y recordar información de manera más eficiente. Su memoria es buena identificando y ya es consciente, lo que le permite recordar muchas cosas y situaciones importantes que no olvidará hasta la edad adulta.
En esta edad preescolar el desarrollo del lenguaje permite el desarrollo de la memoria autobiográfica, y no se olvida aquello de lo cual tiene una experiencia directa y será el recuerdo de sus primeras experiencias el que configure muchas de sus actitudes ante la vida. También en este momento empieza a desarrollar la atención y la capacidad de observación, factores que tienen mucho que ver con el desarrollo de la memoria y el aprendizaje.