¿Cuáles son las 3 grandes leyendas urbanas de Buenos Aires?

 ¿Cuáles son las 3 grandes leyendas urbanas de Buenos Aires?

Existen 3 leyendas urbanas que acaso sean las principales de la gran urbe y, de hecho, figuran en la página de Turismo del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Una tiene que ver con las dificultades para "circular" por el barrio de Parque Chas, un sector que, justamente, tiene calles circulares. El segundo hace referencia a la muy particular Facultad de Ingeniería ubicada en el barrio de la Recoleta. Y el tercero tiene que ver con una criatura que aparecería en la vasta Reserva Ecológica, sin ser jamás capturada.

Es sabido que Parque Chas es el único barrio que contiene calles circulares, ya que Buenos Aires se caracteriza por sus calles y avenidas en línea recta, propias del siglo XX. Esta característica facilitó los relatos acerca de lo fácil que es perderse allí. Así lo contó el periodista y escritor Alejando Dolina en su libro "El Angel Gris": "Queda terminantemente prohibido dirigirse a la manzana de las calles Berna, Marsella, La Haya y Ginebra. Si alguien se animara a dar la vuelta completa, aparecerá en cualquier otro lugar del barrio, menos en el que debería. Cuenta la historia que en 1957 un grupo de exploradores franceses aceptaron el desafío y, luego de intentarlo, aparecieron en Villa Urquiza, un barrio ubicado a 3 kilómetros. Otra vez, unos urbanistas catalanes formaron dos equipos y caminaron en dirección opuesta con la idea de que se encontrarían en la mitad. No fue así: después de unos largos minutos, uno de los grupos apareció caminando detrás del otro". Dolina, preciso analista de la cultura y las calles porteñas, concluyó: "En realidad, conviene no acercarse a Parque Chas".

Cualquiera que haya pasado por las avenidas Las Heras y Pueyrredón, habrá advertido la presencia de un edificio de estilo neogótico, con apariencia de iglesia. En realidad se trata de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, la que comenzó a construirse en 1912, bajo las órdenes del reconocido ingeniero Arturo Prins. Cuentan que, detallista y obsesivo, apuntaba a construir el edificio más sorprendente de la ciudad. Todo comenzó muy bien hasta que en 1938, cuando ya había finalizado la primera etapa de construcción, misteriosamente se frenó el trabajo. Algunos hablaron de que los costos habían superado lo presupuestado y otros que los planos tenían un error de cálculo que, de continuar la obra, este terminaría en un derrumbe. El caso es que Prins murió un año después, y las malas lenguas afirman que decidió suicidarse por no haber soportado el error cometido. En los años 50, un estudiante quiso retomar el proyecto y armó una tesis para continuarlo. No sólo no lo llevó a cabo sino que además jamás se recibió. A partir de ese momento, nadie más se animó a continuar el edificio que, imponente e inconcluso, se utiliza para dar clases y hasta de centro de votación cuando hay elecciones.

El tercer relato tiene que ver con el principal espacio abierto de la zona sur. Se asegura que una misteriosa criatura vive en este espacio verde de 350 hectáreas, y que nadie sabe cuándo vuelve a aparecer. Hablan de un mamífero con tamaño de perro, pero características de rata. Dicen que es un "coipo", el animal similar a la nutria que vive en las costas del río. La primera vez que se oyó hablar de él fue en 1986, apenas días después de que se inaugurara la Reserva. Entre tanta flora y fauna, resulta difícil reconocer todas las especies y nadie se animó a realizar un diagnóstico acabado. Pero igualmente nació la leyenda de “Reservito”, que según diferentes testimonios, se alimenta de carne humana y persigue a quienes caminan tranquilamente. Grupos de jóvenes se han organizado más de una vez para enfrentarlo, pero nunca tuvieron éxito. Sin hallazgos de cadáveres ni desapariciones inexplicables, “Reservito” hizo lo suficiente como para aparecer y desaparecer sin que fuera documentado.

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