Pena y vergüenza es lo que se siente al transitar por el Malecón a la altura de la calle Aguirre, si alzamos la mirada hacia la fachada del edificio donde funciona la Gobernación del Guayas, y en lugar de ver los colores refulgentes de nuestros símbolos patrios, lo que observamos son dos trapos sucios y deslucidos pendientes de las astas, los mismos que, aguantando sol y lluvia, permanecen día y noche a la intemperie .
El protocolo que antaño indicaba horas del día para izar y arriar las banderas en sitios públicos y en días festivos, de un tiempo a esta parte da la impresión de haber quedado en el olvido. Pero el respeto a los valores cívicos y a nuestros máximos símbolos de identidad nacional y local, no puede perderse por falta de sensibilidad y descuido.
Exhortamos a las autoridades competentes a poner atención sobre el particular.
Jenny Estrada Ruiz
