Anticipo del plan de Gobierno de JxC

 Anticipo del plan de Gobierno de JxC

La provincia de Jujuy es una muestra de lo que puede resultar del inequívoco inmanente plan de gobierno de Juntos por el Cambio. Los candidatos empezaron a mostrar lo que son capaces de hacer, aun sin “estado de sitio”. Gerardo Morales primereó a todos los halcones, pero para no quedarse afuera de la ferocidad represora, Patricia Bullrich y Rodríguez Larreta lo apuntalaron en la masacre que estuvimos viendo. Curiosamente, los tres candidatos mencionados fueron funcionarios del presidente De la Rúa, un gobierno que termino antes de tiempo con “estado de sitio” y 39 muertos.

El plan económico de Juntos por el Cambio constituye la propia receta estándar: ortodoxia fiscal y monetaria complementada con medidas para detener la inercia inflacionaria y la indexación de los contratos. De esta manera, se establecerían los principales precios relativos en forma inicial y, obtendrían apoyo externo del gobierno de EE. UU. y el FMI. Los precios relevantes serian establecidos por encima de los precios de equilibrio: el precio del tipo de cambio, los de los servicios públicos y las tasas de interés. En síntesis, volverían los tarifazos, la tasa de interés recontra positiva y la reversión de precios relativos, semejantes a los que establecieron Macri y/o Menem. Hay consenso entre los distintos “mejores equipos de los últimos 50 años”.

Como siempre, están de acuerdo en la necesidad de emprender reformas estructurales: reforma laboral, reforma fiscal, y reforma del mercado energético.

Un plan así estructurado, generaría tal impacto sobre los sectores más vulnerables de la población, que sería explosivo. El experimento tantearía el escenario de cómo resulta coexistir con un estado de represión brutal y permanente, para aplicar el procedimiento.

La serie “Diciembre de 2001” puede ilustrarnos: huelga general, estallidos violentos en ciudades del interior del país y del Gran Buenos Aires, saqueos, cortes de rutas y de calles en las ciudades. De esta manera, en la Argentina se verificó una tendencia previa que indicaba que en los países que habían aplicado políticas neoliberales emergentes del Consenso de Washington, e incurrido en crisis financieras, ya al borde de la cesación de pagos, era casi inevitable la caída del gobierno (Ecuador, Indonesia, Malasia, etcétera) ante la imposibilidad de manejar sus consecuencias. Todo esto se debe a que la ideología dominante en los noventa se había orientado desde los países desarrollados hacia los países emergentes, como reflejo de la expansión de la globalización de los mercados y la expansión del capitalismo financiero (En el “todo vale de los noventa” -frase de Stiglitz).

El caos político en que cayó el gobierno del cual fueron miembros Gerardo Morales, Patricia Bullrich y Rodríguez Larreta, no sólo se manifestó en la violencia de los saqueos y en la presencia masiva de gente en las calles, desafiando el estado de sitio y mostrando una desobediencia civil inédita, sino en la resistencia de las Fuerzas Armadas a distribuir alimentos entre los sectores más pobres de la población (que había sido solicitada por el Presidente) y, fundamentalmente, en la falta de políticas para atender la emergencia, que luego de las varias sucesiones provisionales se fue articulando, pudiendo ser implementadas por Eduardo Duhalde, a partir de su designación por parte del Poder Legislativo. [ …la vorágine en que se sumergió el país desde 2001 por lo menos hasta mayo de 2002…corralito, resistencia social, estado de sitio, estallido social generalizado, sucesión de autoridades, cesación de pagos, devaluación, depresión continuada, inflación y, sobre todo, indignación y perplejidad generalizada (Hopenhayn, Benjamín y Barrios Alejandro, “Las malas herencias”).

Como comentario general, se puede señalar que de los 18 regímenes presidenciales latinoamericanos que calificaban como democracias o semi democracias en aquella experiencia, un total de 8, es decir 44%, experimentaron renuncias o destituciones de presidentes (Mustapic).

Ayer como hora, se adjudicaban las causas generales, al excesivamente moderado esfuerzo liberalizador, el abuso de gasto público, con algunas variantes en las formas de financiamiento, destacando siempre el excesivo rol del Estado por sobre el del mercado, en quien supuestamente debería recaer la responsabilidad de los tiempos. Podemos citar al premio Nóbel Joseph Stiglitz quien dice [Durante décadas los pueblos del mundo subdesarrollado se han rebelado cuando los problemas de austeridad impuestos en sus países han sido demasiado severos, pero sus quejas no solían tener eco en Occidente.]… El colapso argentino en 2001 fue uno de los dos fracasos más recientes (el otro fue Macri). Dada la alta tasa de desempleo de aquellos años, lo asombroso no ha sido que los ciudadanos se amotinaran, sino que sufrieran en silencio durante tanto tiempo (Stiglitz)

Esta parece seguir siendo la idea. Conscientes que el tiempo de desnaturalizar la verdad insolentemente, ya no resiste un “segundo tiempo”, el discurso ahora es abierto y contundente: “ajuste de prepo”. Vuelve la apelación clásica de la tecnocracia que pondera en abstracto la racionalidad de las medidas, por sobre la salud, la educación y la mesa de los argentinos. Paradójicamente, los presuntos beneficios emergentes de esas políticas fracasadas son difíciles de probar, sin adulterar la realidad de sus efectos.

Esta vez todo el esfuerzo de los medios de comunicación no alcanzaría para convencer a la gente de a pie. La ciudadanía tendría que constituirse en la variable de ajuste para bajar la inflación, sin anestesia.

Desde enero 2018, cuando el neoliberalismo vernáculo “se vuelve a caer del mundo”, nunca más retoma la intención de resolver los daños sociales auto infligidos por su propia administración. A partir de entonces, pasaron dos años, donde el objetivo fue aplazar las derivaciones del destrozo que hicieron, para después de las elecciones 2019.

Sin confianza, con “credibilidad cero”, asistimos en aquellos años a un despliegue de impericias exuberantes, donde nadie quería asumir la responsabilidad de la tragedia. Así acudieron al FMI desesperadamente, para - entre otras muchas cosas - compartiera las medidas impopulares de aquel presente (2018-2019) y futuro, mientras él malogrado presidente se dedicaba a ver Netflix desde las 7 de la tarde, “el mejor equipo de los últimos 50 años” emparchaba todo con ortoheterodoxia inconsistente, voluble e inconstante.

Se acordaban medidas inexplicables con el FMI: Un sistema de bandas cambiarias de intervención del BCRA, frente al cual Calvo se mostraba desconcertado: “Yo no lo vi nunca” (Forbes, Guillermo Calvo, 21 de enero, 2019).

Los esfuerzos estuvieron centrados en evitar la pesadilla de su “propio helicóptero”, a costa de empeñar el ulterior destino de todos los argentinos y argentinas.

En pocas palabras, ahora vuelven para intentar estabilizar los precios con reducción del déficit fiscal, limitando la emisión monetaria para financiar al Tesoro, pagando la deuda a como dé lugar, “a palazos y balas de goma”, si fuera necesario. Es el archi conocido camino, previa devaluación y tipo de cambio único, más un programa monetario riguroso, aplicado por un BCRA independiente. No existe una sola idea nueva.

Director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros

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