El año pasado el valor global de las criptomonedas cayó más de 1,6 billones de dólares y más de 2,2 billones desde los máximos del 2021 (algo así como entre 3 y más de 4 veces el PBI argentino). Sin embargo, ello no detuvo ni mucho menos disuadió el accionar de delincuentes y criminales en el uso y explotación de las criptomonedas. Según un estudio de TRM Labs, el famoso bitcoin dejó de ser el predilecto de los ciberdelincuentes quienes ahora prefieren usar tether (USDT), que es la tercer cripto en capitalización de mercado detrás de bitcoin y ethereum. El informe señala que más de 7.800 millones de dólares fueron robados en esquemas (piramidales) Ponzi, unos 1.500 millones de dólares gastados en mercados “darknet” especializados en drogas ilegales y otros 3.700 millones de dólares robados a través de hacks y exploits. “Por ejemplo, en 2022, se robaron aproximadamente 2.000 millones de dólares a través de ataques a puentes entre cadenas, que permiten que las criptomonedas pasen de una cadena de bloques a otra”, estima el estudio.
La empresa de análisis de blockchain orientada al combate del fraude, el lavado de dinero y los delitos financieros explica que “los delincuentes también confían cada vez más en el salto en cadena, o en el movimiento de fondos a través de varias redes de cadenas de bloques, como parte de sus estrategias de lavado de dinero para ocultar el origen y el destino de las ganancias obtenidas de forma ilícita”.
La era de las cadenas múltiples ha tenido un impacto radical en la distribución del volumen de criptomonedas ilícitas en su conjunto, donde la participación de bitcoin se desplomó del 97% en 2016 al 19% en 2022, según datos de TRM Labs. “En 2016, dos tercios del volumen de piratería de criptomonedas estaba en bitcoin; en 2022, representó poco menos del 3%, con ethereum (68%) y Binance Smart Chain (19%) dominando el campo. Y si bien bitcoin fue la moneda exclusiva para el financiamiento del terrorismo en 2016, en 2022 casi fue reemplazada por activos en la cadena de bloques TRON, con un 92%”, sostiene el estudio.
Sin embargo, hasta ahora, no ha habido ningún intento sistemático de crear una visión general holística de este nuevo ecosistema criptográfico ilícito. Al respecto, TRM Labs identificó, estudió y clasificó más de 40 tipos de actividades delictivas, desde espionaje hasta intercambio de SIM y esquemas de bombeo y descarga.
Lo cierto es que el reinado del bitcoin parece haber terminado entre los cibercriminales. En tal sentido, TRM Labs también identificó múltiples grupos pro-ISIS en Pakistán y Tayikistán que recaudan “decenas de miles de dólares en criptomonedas para “difundir propaganda y reclutar combatientes”. “En el transcurso de 2022, TRM Labs ha observado un aumento significativo en el uso de la blockchain Tron entre los grupos terroristas y las campañas de recaudación de fondos asociadas, con algunos utilizándola exclusivamente. La inmensa mayoría de esos actores recaudaron donaciones en la stablecoin tether (USDT)”, apuntan.
Entre las entidades de financiación del terrorismo rastreadas por TRM Labs en 2022, se produjo un aumento interanual del 240% en el uso de tether, frente a un aumento de apenas el 78% en el uso de bitcoin. Para ocultar su rastro, los criptodelincuentes recurrieron cada vez más al llamado salto de cadena, que consiste en mover dinero de una cadena de bloques a otra para que sea más difícil rastrear los fondos desde el exterior. En consecuencia, si en 2016 dos tercios del volumen de hackeo de criptomonedas correspondían a la red Bitcoin, en 2022, representan algo menos del 3%. ethereum (68%) y Binance Smart Chain (19%) fueron otras de las redes más empleadas.
A pesar de todo esto, la mayor criptomoneda del mundo sigue siendo la reina en los mercados de la darknet. Según el informe de TRM, se gastaron 1.490 millones de dólares en este tipo de mercados “oscuros” rusos, mientras que el mayor mercado occidental de este tipo, ASAP Market, representó menos del 10 % de la cuota de mercado mundial. “La mayoría de los mercados de la darknet en ruso solo admiten bitcoin, sin opciones de monedas de privacidad. Esto puede deberse a que perciben un menor riesgo de ser retirados por las autoridades. En cambio, los occidentales emplean más medidas de seguridad operativa en la cadena”, explican.
Estos expertos concluyen en que la “continua proliferación de las criptomonedas y la tecnología blockchain” sugiere que los activos digitales “seguirán ocupando un lugar importante” en la esfera criminal. “La buena noticia para los investigadores, las fuerzas de seguridad y los reguladores es que las criptomonedas pueden proporcionar una visibilidad granular de la estructura, las operaciones y, sobre todo, la interconectividad entre diferentes actores y empresas delictivas”, agregan.
