Peloni: “Quinquela Martín fue un héroe hasta mágico, imparable”

 Peloni: “Quinquela Martín fue un héroe hasta mágico, imparable”

“Un Benito narrado por la gente de La Boca, su gente, que por momentos es un héroe hasta mágico e imparable”, dice Roberto Peloni, que estrena “Benito de La Boca”, el miércoles 12 a las 15 en el Teatro de la Ribera. Se trata de un espectáculo de teatro musical basado en la vida de un artista emblemático de Buenos Aires que le imprimió su identidad a un barrio: Benito Quinquela Martín.

Con un numeroso elenco elegido en audiciones abiertas, “Benito de La Boca” es una creación colectiva que homenajea al pintor, un artista de origen humilde que conquistó los grandes salones del mundo, aunque nunca olvidó su barrio y sus habitantes. Al punto que el musical se estrenará en la sala que él donó a los vecinos y que resguarda algunas de sus mejores obras.

Podrá verse de miércoles a domingos y el elenco se completa con Belén Pasqualini y Julián Pucheta, entre otros, con autoría de Francisco Dasso y dirección de Lizzie Waisse. “Benito se inventó a sí mismo, creando inclusive su propio nombre. Un niño expósito, un adolescente carbonero, un posimpresionista, un militante del acceso a la educación, un bon vivant ribereño, un artista reconocido mundialmente, un filántropo”, señaló el autor. Dialogamos con Peloni, que encarna a Quinquela Martín.

Periodista: ¿Qué tuvo en cuenta para construir al personaje de Benito Quinquela Martín?

Roberto Peloni: La vida de Benito es tan extraordinaria como interesante. Y es imposible no amarlo. Al repasar su obra y su vida uno comprende por qué este gran artista irrepetible es tan amado por su gente. Para encarar la construcción del personaje el dispositivo escénico tuvo mucho que ver, porque si bien se cuenta la vida y obra del artista, no se trata de una obra costumbrista y lineal. Benito es “invocado”, traído de vuelta para hacerlo recorrer algunos de los momentos más importantes de su historia.

P.: ¿Cómo se abarca la vida de este artista?

R.P.: Realmente parece no entrar en una sola vida. De ser abandonado al nacer en un rincón de La Boca a dar la vuelta al mundo. Toda su historia está concentrada en el mismo dispositivo teatral. Casi como quien tiene la obligación de tener que representarse a sí mismo. Como una especie de “The Truman Show” donde el protagonista desconoce su propio destino pero donde hay un universo que lo empuja a ser, porque en definitiva siempre estuvo destinado a ser.

P.: ¿Qué puede decir del proceso creativo a la hora de encarar el montaje?

R.P.: La creación estuvo a cargo de un equipo de artistas y creativos liderados por Lizzie Waisse, la ideóloga y directora; Gustavo Mozzi creó toda la música del espectáculo basada en ritmos rioplatenses, tangos, milongas y hasta fox trop. Juan Francisco Dasso en la dramaturgia y dirección de actores con el que habíamos trabajado en “Siglo de oro trans” y Gustavo Wons en la coreografía. Eli Sirlin en las luces, Micaela Sleigh en escenografía, también de mi unipersonal “El Brote”, y Marlene Lievendag en la dirección de arte de todo el espectáculo que está muy pensada. Y es un espectáculo de alta calidad visual también ya que se trata de un artista plástico. Toda la sala del Teatro la Ribera que cuenta con seis murales de Quinquela termina de componer y de integrarse al bellísimo dispositivo escénico que crearon para que transitemos esta historia y el público pueda sentirse dentro de un gigantesco mar de color envuelto en la atmósfera musical envolvente que lograron con un diseño 360 de sonido.

P.: Es la tercera vez que trabaja en el CTBA, ¿cómo fue la experiencia?

R.P.: La primera fue en 2011 con “El Burgués Gentilhombre” de Moliere, luego 2020 antes de la pandemia con “Don gil de las calzas Verdes” y ahora esta. Siempre es una alegría trabajar en el teatro público, donde se pueden ver materiales imposibles para el off si demandan mucha producción y que el comercial no está dispuesto a arriesgar. Me refiero a materiales o autores que si no son tan comerciales no se ven. El oficial necesita de más tiempo de preproducción porque hay movimientos que demoran, hay algo encadenado, los trámites, hay que aprovechar bien el tiempo y planificar porque el error de planificación puede hacer que el proyecto sufra.

P.: ¿Y los otros circuitos? Pasó por todos, “Shrek” en el Maipo, “El brote” en el off, entre tantos.

R.P.: Cada uno tiene sus reglas y limitaciones. El off tiene su interés profundo en lo artístico y los productores suelen ser los artistas, no tienen el empuje de producción detrás. En “El brote” ensayamos durante un año y llevándolo por distintas etapas para que llegara al nivel que con Emiliano Dionisi queríamos tener. El comercial tiene otros tiempos, después de la pandemia se ensaya en menos de dos meses porque se probó una metodología de ensayo exprés, y de golpe en dos o tres semanas se estrena. Ahí se pierde calidad porque se presta menos atención a las tantas cosas a las que hay que atender.

P.: ¿Se siente un niño mimado?

R.P.: Me siento mimado en los tres circuitos, desde los 16 años que viajaba de Lanús con mi compañero de teatro a ver algunas de las producciones del teatro San Martín, siempre fue la meca para mi. Recuerdo “La casa de Bernarda Alba” con Elena Tasisto, “Copenhague”, con Alberto Segado, “Mein Kampf” con Urdapilleta y Jorge Suárez. Hay tantos artistas que no caben en el CTBA, y es tan variado el espacio artístico, muchos dicen que nunca los llaman de la TV, o el cine o los teatros oficiales. Yo soy bastante movedizo, me gustan los distintos espacios.

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