Cuidado con la publicidad engañosa

La publicidad es un recurso muy útil para concretar ventas, pero cuando se usa engañosamente, todo cambia. Hoy vi en el parque al heladero promocionar a los niños que los gatos ya no comían pepas sino helados. De repente vino un niño y a viva fuerza intentó que el felino lo comiera. Embarró los ojos de la mascota con helado y abandonó al animal a su suerte al escuchar las palabras de su madre diciéndole: “deja ese gato, cuidado te ensucias la camiseta”. Traté de impedir este ataque pero el niño me respondía: “mi mamá me dice que no haga caso a extraños” e incrementó la velocidad de su accionar, como si estuviera en competencia de ‘reality’. Todo ocurrió delante de su madre, quien en ningún momento lo impidió. La Biblia en Levítico 25:14 nos dice: “Asimismo, si vendéis algo a vuestro prójimo, o compráis algo de la mano de vuestro prójimo, no os hagáis mal uno a otro”. Los gatos pueden dar una pequeña lamida de helado pero comerlo en grandes cantidades puede causarles gases, diarrea y dolor de estómago debido a las cantidades que tiene de ácido láctico; como la degustación forzosa fue por los ojos, el gato de esta historia ahora tiene conjuntivitis. Las ventas son necesarias pero se debe analizar el mensaje publicitario adecuado para la audiencia, dado que no tenemos el derecho de perjudicar el estado de salud de un ser inocente, que no tiene asistencia médica social o privada.

Marysol del Castillo

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