Cuando se está a la espera de un nuevo integrante de la familia, usted emprende un camino maravilloso y simultáneamente abrumador a la hora de planificar. La lista de compras, adecuar su hogar para sus necesidades y, en medio de ese asombroso caos, darse un tiempo para elegir cómo llamar a esa pequeña vida por nacer. No se puede negar que llegue a ser un poco frustrante, puesto que no existe una fórmula para encontrar el nombre indicado.
Sin lugar a dudas, habrá transitado por ese pasadizo tormentoso de pensar en heredar el nombre de los padres; buscar aquellos que figuran como tendencia; tal vez realizar una investigación minuciosa sobre los significados o tomarse el tiempo de hacer la nomenclatura perfecta entre el nombre de su pareja y el suyo.
Es una etapa por la que deben pasar, sin embargo no hay que ocultar la gran responsabilidad que conlleva. Así lo explica la psicóloga clínica Katha Urquizo, quien denomina el proceso de escoger el nombre como el primer paso para desarrollar la identidad de una persona.
El nombre es la tarjeta de presentación que simboliza una de las aristas que marcará cómo lo tratarán los demás y por esa razón tendrá un impacto en su personalidad, aunque no sea definitivo.