La desgracia deportiva persigue a Salvatore, Sebastiano y Francesco Espósito, tres hermanos italianos que comparten una misma pasión gratificante, pero a su vez tan ingrata como pocas: el fútbol.
Es que en la jornada de ayer cada uno podría haber festejado a lo grande, unificar sus triunfos y celebrar con toda la familia los logros deportivos, pero nada de eso ocurrió.
Uno de ellos descendió, el otro no pudo ascender y el último cayó en la final del Mundial Sub 20 celebrada en La Plata.
Salvatore, el hermano más grande, jugó para su equipo de la Serie A italiana, el Spezia y perdió 3 a 1 ante el Hellas Verona quedando condenado a la pérdida de categoría.
Sebastiano, el del medio, tenía todo para subir a la máxima categoría italiana con el Bari, pero cayó 1 a 0 ante el Cagliari. Otro objetivo frustrado.
Por último, Francesco, el más chico de los tres, representó al seleccionado italiano en la final del Mundial Sub 20 ante Uruguay, pero perdió 1 a 0 y terminó saliendo subcampeón de la cita ecuménica.
Por si fuera poco, los tres jugadores surgieron de las divisiones inferiores del Inter de Milán, equipo que también perdió el sábado la final de la Champions League ante el Manchester City.
Increíble pero real. Un fin de semana cargado de frustraciones para esto jóvenes, que no pudieron celebrar y mucho menos alcanzar los objetivos, pero que sin dudas, en el corto plazo volverán a tener revancha. Porque así es el fútbol.