Lo que me habría gustado aprender en el colegio

Estos días en que mis pequeños están en exámenes me han recordado lo inútil que es gran parte de la información que recibimos en la escuela y el colegio. Que no me malentienda el lector: no soy de esos padres que prefieren educar a sus hijos bajo algún método ‘hippie’. Sin embargo, es imposible no reflexionar alrededor de lo bien que le haría a la juventud recibir conocimientos teóricos y prácticos que desde mi perspectiva son vitales en la vida.

Primero: educación financiera. En una sociedad donde el centro de casi todo es el dinero, son pocos los que comprenden cómo este funciona. En mi caso pude ahorrarme una década de malas decisiones financieras entre los 20 y 30 años si en el colegio me hubieran enseñado la diferencia entre pasivo y activo, cómo manejar una deuda y cómo invertir para que el dinero trabaje para uno en lugar de uno matarse para conseguir dinero. De álgebra, por ejemplo, no recuerdo absolutamente nada.

Segundo: cambiar la cívica por un modelo de formación de ciudadanos conscientes. En mi época la cívica giraba en torno a la historia de próceres como Abdón Calderón, que terminan siendo fábulas criollas. El juramento a la bandera era y es un acto protocolario que nos obliga a inclinarnos frente a un símbolo patrio pero que ninguna consciencia genera sobre la importancia de nuestro rol ciudadano, la necesidad de participar en decisiones colectivas, nuestro rol en el desarrollo de la comunidad y algo tan elemental como el respeto a los demás. A la generación sub 25 hoy le importa un bledo todo lo que no sea reguetón y joda.

Tercero: aprender a meditar. El cuerpo tiene muchas formas de purgar, eso hacemos cada vez que vamos al baño, exhalamos CO2 o sudamos. ¿Pero cómo purga la mente? Pues meditando. La meditación y las técnicas de respiración necesarias para su práctica, son vitales para relajarse, autoexaminarse y encontrar equilibrio emocional. Sin embargo, esta práctica resulta un tabú o un misterio para la mayoría de personas en Occidente. Qué distinta sería esta sociedad agobiada por enfermedades mentales si a todos nos hubieran enseñado el valor de algo tan simple como meditar.

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