Debate por la deuda pública: crónica de un default anunciado (Parte LXXXII)

 Debate por la deuda pública: crónica de un default anunciado (Parte LXXXII)

La letanía hipnótica que comenzó en 1976 le brindó a los technopols el respaldo comunicacional necesario para ejecutar las mismas frustrantes políticas de la dictadura cívico-militar. Una presunción permanente de razonamiento lógico utilizado para aplicar medidas impopulares y destructivas del aparato productivo nacional.

El gasto público (en abstracto) y la emisión monetaria siempre son los dos únicos y exclusivos infractores responsables de la inflación. Entonces, comprimir el gasto, sujetando la expansión monetaria es la receta estándar, que en realidad detiene el crecimiento y el empleo resultando siempre un asalto recesivo que colisiona invariablemente contra la gleba industrial, sindical y social, verdadero objetivo de desmantelamiento.

Entre julio y diciembre de 2019 vencían u$s 21.100 millones de letras del Tesoro. Según el segundo acuerdo con el FMI, con los desembolsos del organismo y una renovación del 50% de los vencimientos de Letes resolverían todos los dólares y los pesos provenientes de la venta de los u$s 9.600 millones del Tesoro, autorizados por el FMI, para cubrir la deuda.

El gobierno estaba logrando la refinanciación de la mitad de la deuda local, la renovación de Letes en pesos que, en derrumbe brutal, hizo una pausa y luego reboto a más del 100% a fines de junio, cuando vencían alrededor de $ 77.000 millones, consiguiendo inclusive ubicar $ 22.300 millones, a más de 13 meses, dilatando el problema para lo resuelva el próximo presidente.

En el escenario de soporte de las consultoras que siempre desaciertan pronósticos, si la ventaja que conseguía la oposición peronista en las PASO no superaba los 6 puntos, contarían con dineros suficientes para financiar un déficit primario y los pagos de la deuda. Eso no sucedió, veremos más adelante como llegaría el default (reperfilamiento) de la deuda pública en pesos, en agosto 2019, con la renuncia de Dujovne y la llegada de Hernán Lacunza.

Como parte de las colocaciones de letras en pesos se estaban integrando con dólares, podrían generar falta de pesos, lo cual podría obligarles a vender los dólares percibidos con las colocaciones de Letes en pesos, así ya lo habían hecho en junio cuando el BCRA imprimió $ 17.300 millones para comprarle al Tesoro los dólares que estaban expresamente prohibidos en el primer acuerdo con el FMI.

En el equipo económico especulaban que el FMI, sumamente amigable con Macri, tal vez lo permitiría. Con respecto a las colocaciones de Letes en dólares, en las licitaciones excedieron holgadamente el porcentaje de renovación de 50%, aunque estaban pagando tasas sumamente interesantes para seguir la fiesta. Tanto es así que el 25 de junio de 2019, vencían Letes por u$s 850 millones y el gobierno logro colocar u$s 1.315 millones, con 100% de renovaciones y otro 55% más. También con los dólares, se esperaba que el gobierno continuara renovando un porcentaje de letras mayor al teórico de refinanciación comprendido en el programa financiero del gobierno con el segundo acuerdo del FMI.

OBJETIVO: INFLACION 2% PARA LAS ELECCIONES

La inflación había comenzado a mostrar signos de desaceleración, los primeros días de julio 2019 se esperaba menos de 3% pero más de 2% en junio. Los optimistas pronosticadores del BCRA, bajaban la expectativa de inflación para los próximos doce meses a 30%.

Espoleaban la posibilidad que la inflación bajara a 2% mensual “en el segundo semestre”. El segundo semestre se hizo famoso con Cambiemos.

Si el mercado de cambios no experimentaba un brinco del dólar, decían, había chance de que la inflación expusiera una tendencia declinante. La menor inercia por menor inflación pasada, el congelamiento de las tarifas de los servicios públicos y un contractivo programa monetario de emisión cero, nos llevarían a corregir levemente hacia abajo su propia proyección de inflación para todo el año 2019 de 40% a 38%, no pudiendo descartarse la posibilidad de que algún mes exhibiera una inflación mensual de 1%. Estaban en plena campaña de desinformación y ocultamiento electoral.

Hablaban de una leve recuperación de la actividad económica, un mercado cambiario sin volatilidades, una renovación razonable de letras del Tesoro y una inflación con trayectoria declinante. Pensaban que el sofisma lograría mejorar las posibilidades electorales del deteriorado presidente Mauricio Macri.

Esbozaban que, si la economía no era un factor perjudicial, el panorama sería más alentador. Pero la imagen del gobierno se venía deteriorando de manera reveladora con los vaivenes del dólar y el temor de una explosión cambiaria, el riesgo país cuando todo parecía estallar, llegó a tocar los 1.000 puntos, con una inflación de 4.7% en marzo 2019, que había elevado las probabilidades de una escalada inflacionaria.

Con fuerte caída de la demanda real de dinero, fue sencillo cumplir con la meta de crecimiento cero de la base monetaria, pero la desmonetización se detuvo hacia noviembre 2018 y desde entonces la cantidad real de dinero se mantuvo constante. Esto implicaba que la demanda nominal de base monetaria en billetes y encajes no remunerados estaba creciendo al mismo ritmo que la tasa de inflación, mientras que la oferta de base monetaria no crecía.

Si todos los meses los depósitos crecían como la inflación y subían los encajes no remunerados, el BCRA tendría que colocar Leliq en forma creciente para cumplir con la meta de expansión cero de la oferta de base monetaria. Pero si aumentaban los depósitos y los bancos tenían que integrar más encajes, no habría suficientes pesos para que los bancos demandaran más Leliq. Por lo tanto, se derrumbaría el precio y aumentaría fuertemente la tasa de interés de las Leliq.

La realidad era que estacionalmente ajustada, la base monetaria no estuvo fija, sino que creció mucho y, el aumento de la oferta de base monetaria socorrió la mayor demanda de base monetaria. La base monetaria promedio de diciembre de 2018 ($ 1.337.000 millones) era equivalente en términos desestacionalizados a ($ 1. 272.000 millones), cuando la base monetaria de junio 2019 era de ($1. 342.000 millones), refinada de elementos estacionales, equivalía a ($ 1.415.000 millones). Es decir que, la oferta de base monetaria estacionalmente ajustada creció más de 11% entre diciembre de 2018 y junio 2019.

Los depósitos del sector privado crecieron, pero los depósitos del sector público cayeron. Por lo tanto, la demanda total de base monetaria no escaló en la magnitud en que concibieron los depósitos privados, sino por debajo. En mayo 2019 para cumplir con la meta de base monetaria sin tener que subir la tasa Leliq para absorber pesos, el BCRA consiguió que el Tesoro depositara en su cuenta en el BCRA $ 41.000 millones esterilizando base monetaria. Empero, sin la colaboración del Tesoro, su cuenta en el BCRA no iba a continuar aumentando, en un contexto donde la demanda real de dinero había dejado de caer. La única forma de que el BCRA pudiera cumplir con la meta de expansión de base monetaria “cero”, sin que aumente la tasa Leliq, era por medio de una fuerte reducción de los encajes no remunerados, que sería permitida por un FMI que haría cualquier cosa por sostener a Macri, sin que tuviera una crisis terminal.

Sin una reducción de los encajes no remunerados, el aumento de la demanda de base monetaria por aumento de los depósitos implicaría una reducción de la demanda de Leliq, con la consecuente caída de su precio y aumento de la tasa de interés, lo que sin duda profundizaría la recesión, detonaría el desempleo y eventualmente una crisis social. Pero no le temían al contexto, no veían el panorama completo, porque en su limitada perspectiva, todo se reduce al gasto público y la expansión monetaria.

Director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros

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