Calificar al Amazonas del "pulmón del mundo" se convirtió en un lugar común que, sin embargo, estuvo en peligro: al igual que en toda América Latina, las políticas de forestación arremetieron con la sustentabilidad de la región. Lo que era uno de los bastiones de Jair Bolsonaro en su afán de acumular territorios para la productividad agropecuaria mutó desde que Lula da Silva asumió en el poder, el 1° de enero del 2023.

Los registros del Ministerio de Medio Ambiente de Brasil determinaron que la desforestación en la selva tropical de la Amazonia pasó de ser de un promedio semestral de 4.000 kilómetros cuadrados a los 2.650 kilómetros cuadrados en los primeros seis meses del 2023. De esta forma, se dio una reducción del 33,6%, retrotrayendo la cifra de tala más alta en los últimos 15 años.

Las estadísticas, que provienen del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales brasilero, van en línea con una promesa de Lula da Silva en su asunción: “Me comprometo a retomar el liderazgo mundial de Brasil en la mitigación del cambio climático y el control de la deforestación”.

“Se alcanzó el objetivo de revertir la curva de crecimiento. Eso es un hecho: revertimos la curva, la deforestación no va en aumento”, señaló João Paulo Capobianco, funcionario del Ministerio del Medio Ambiente, durante una presentación en la capital brasilera.

En ese sentido, otra de las políticas públicas establecidas por la actual gestión es el invcremento del 167% en el valor de las multas impuestas a los procesos de deforestación ilegal, a lo que también se le añade la sustracción de las cabezas de ganado que se distribuyen en esos terrenos una vez que son talados.

El próximo desafío, según los entes ambientales de Brasil, es contener los incendios en la Amazonia, que en junio registraron su mayor cantidad en los últimos 16 años: 3.075 en treinta días. Los especialistas apuntaron que la mayoría de los incendios son provocados por el hombre y ocurren después de talar una zona selvática.