El complejo puente hacia 2024: ¿Dónde invierto?

 El complejo puente hacia 2024: ¿Dónde invierto?

Esbozar un escenario hasta el recambio presidencial es un ejercicio complejo pero simple a la vez. Complejo porque el punto de partida de este puente es de por sí incierto: la actual coyuntura macro no deja espacio a dudas. No hay variable económica o social que presente una evolución favorable ni un panorama alentador.

Simple porque es claro el consenso de que hacia adelante, y especialmente luego de las PASO, el grado de incertidumbre se incrementará. Complejo porque los desafíos de fondo a los que debe atender la Argentina son extremadamente complicados e indefectiblemente impondrán costos a algunos sectores de la sociedad. Simple porque es claro que estamos frente a un punto en el que no enfrentar dichos problemas nos condenaría a continuar con la decadencia de los últimos 50 años.

Apelar sin reparos a la impericia del actual gobierno sería dejar de lado la objetividad, pues más allá de los errores propios -que son muchos- es innegable que la inusitada sucesión de shocks externos a los que se enfrentó la economía argentina en los últimos cuatro años -la pandemia de Covid-19, el conflicto Rusia/Ucrania, la suba en las tasas de interés internacionales y la peor sequía en décadas- habría trastocados los planes de cualquier gobierno que se hubiera propuesto realizar alguna reforma. El mandato de Alberto Fernández, más allá de carecer de intenciones de realizar cambios profundos hizo, en la práctica, lo que hubiera tenido que hacer cualquier gobierno: atender los problemas de corto plazo.

En este marco de incertidumbre queda claro que el plan del actual ministro Massa es intentar pasar la posta de la estabilización macro -condición necesaria para poder comenzar a pensar en una Argentina a futuro- al próximo gobierno. La única certeza con la que contamos es que será difícil, turbulento y complicado: la foto actual permite proyectar una película dramática pero no carente de un final feliz.

Podríamos detenernos a enumerar todas y cada una de las variables que presentan desequilibrios: inflación, déficit, pobreza, salario real, caída de la actividad, falta de reservas, cepo, presión tributaria, deuda en pesos y externa, falta de competitividad, resolver el problema de fondo con el FMI...una larga lista de etcéteras.

El punto clave, creo, es invertir bajo el supuesto de que la solución de fondo a los problemas que generan esos desequilibrios no va a ocurrir durante este gobierno. De aquí entonces se desprenden tres estrategias de inversión: una de corto (pre PASO), una de medio (post PASO y hasta el nuevo gobierno) y una de largo. Todas dependen del perfil de riesgo del inversor y su grado de "encepamiento".

La de corto implica calibrar el retorno que podamos obtener de los pesos -haciendo tasa- frente al riesgo asimétrico de una devaluación que podría pulverizer ese retorno en pocas semanas. Es difícil, aunque no imposible, que en el corto plazo se produzca un salto discreto del tipo de cambio oficial. La implementación del nuevo dólar agro podría sumar reservas suficientes como para "llegar" a las PASO. En este escenario considero que posicionarse en letras del tesoro cortas -mayo, junio- ajustadas por CER (lecer) es la mejor opción. Si la autoridad monetaria decide realizar un necesario incremento en la tasa de referencia, podrían aparecer oportunidades en letras a descuento cortas (ledes).

Ya en el medio plazo y luego de pasadas las PASO, el ingreso de divisas se vería afectado por los bajos saldos disponibles a liquidar por el agro y la típica dolarización en procesos electorales (que demandan más divisas). Aquí el nivel de incertidumbre se torna realmente alto y la relación riesgo/retorno de estar en pesos o en dólares altamente asimétrica.

Por ello es importante dividir entre aquellos inversores que se enfrentan a restricciones; los "encepados" y los que tienen algún grado más de libertad. Para quienes deben conservar posiciones en pesos cobra más protagonismo cubrirse de una potencial devaluación, que ocurriría no por voluntad del gobierno sino por la imposibilidad de controlar los dólares financieros, la cobertura con instrumentos "dólar linked" representa la mejor opción.

Para quienes tengan mayor libertad, es preferible comprar tranquilidad y dolarizar la cartera: para ello pueden utilizarse ONs corporativas "hard dollar", bonos soberanos que a las actuales paridades y en el largo plazo resultan atractivos (en especial el AL30) o simplemente "pasar la tormenta" quedándose en dólares.

Pasando al largo plazo y suponiendo que la Argentina se encamina hacia un proceso de normalización, las acciones argentinas presentan un potencial interesante. Difícilmente el valor de las mismas retorne rápidamente a los máximos alcanzados en 2018, pero a un valor de 600 puntos (medido en USD CCL) el S&P Merval presenta un atractivo indudable. Quienes estén dispuestos a asumir este riesgo, deberían comenzar a tomar posición durante las bajas que se vayan presentando este año. El sector que veo como más atractivo es claramente el energético, pero dada la poca profundidad que tiene el mercado de renta variable argentino los flujos terminarían afectando a todas las acciones en menor medida.

Head of Research de Grupo IEB

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