Desde la asunción del ministro de Economía Sergio Massa, la brecha entre el dólar oficial y el dólar Contado con Liquidación (CCL) bajó aproximadamente un 44%. A su vez, la diferencia con el blue disminuyó en un 39%.
Para el Ministerio de Economía, la gestión “se esfuerza en reacomodar las variables macroeconómicas”, hecho que logró moderar la tensión cambiaria generada por la salida de Martín Guzmán del Palacio de Hacienda, en momentos en que brecha había tocado un pico del 150%. El objetivo principal de este ordenamiento, indican, es bajar la inflación. Entienden que el salto inflacionario de febrero estuvo influenciado -en parte- por el movimiento de los dólares financieros.
Sin embargo, la disminución de la brecha, registrada entre agosto 2022 y marzo pasado, no tuvo un correlato en la merma de los precios. Ámbito consultó con diversos empresarios y analistas financieros sobre si es palpable el vínculo entre una variable y otra.
La inflación de marzo será publicada por el INDEC el próximo viernes, y tanto en el Gobierno como en las consultoras privadas fijaron un piso del 7%, marcando así un incremento respecto del 6,6% de febrero. Para Gustavo Ber, titular de Estudio Ber, si bien la brecha “se desinfló”, los operadores perciben un “atraso” en el dólar oficial contra los financieros, producto de “la dinámica de la suba de precios y la acumulación del stock de pesos”, lo cual motiva la inflación “por expectativas y el fuerte crecimiento de los pasivos remunerados.”
Dentro de la Unión Industrial Argentina (UIA), como organismo representativo del sector que aporta el 16% del PIB nacional, el planteo por la fijación de precios al Gobierno es recurrente. En ese sentido, técnicos del organismo destacaron que Massa asumió la cartera económica con “una brecha de pánico dada por razones políticas, que fue controlada razonablemente”, pero no alcanzó para estabilizar la inflación. ¿Por qué? En la UIA destacan dos motivos: el primero, que la mayoría de los precios se rige al tipo de cambio oficial, “al menos los más importantes”, aclaran. El segundo, la multiplicidad de factores que explican el 102% de inflación interanual “sobrepasa la brecha cambiaria”. La suba de tarifas, los bienes intermedios importados y la dinámica de negociaciones paritarias cortas y al alza son variables principalmente señaladas para explicar la inercia inflacionaria.
Sin embargo, desde la mesa chica marcan una salvedad sobre la brecha: aunque aseguren que no tiene íntima relación con la inflación, alertan que “no se sostendrá el crecimiento”, en tanto el dólar para importar sea el mismo para exportar. La advertencia se enmarca en un contexto donde organismos centrales de las finanzas, como el Banco Mundial o el JP Morgan, sepultaron la proyección de crecimiento para Argentina en 2023. Bajo esa lógica, el pedido de una devaluación, bajo el concepto de “unificación cambiaria”, sigue vigente. “Sin reservas, es un proceso complejo, porque no sabes a qué valor se podría estabilizar. Pero (quitar el cepo) sería importante para las inversiones, podría haber muchas más”, tientan desde la UIA. A su vez, la sequía y las exigencias cuantificadas del FMI suman presión sobre las escasas reservas del Banco Central (BCRA). Así las cosas, en plena época electoral, un empresario textil señala en la brecha el termómetro de campaña: “La cotización del CCL o MEP impacta en la cuestión política. Si hay una sensación de corrida, se van a mover”.
Distinta es la mirada del economista Juan Pablo Albornoz, de la consultora Invecq, quién entiende que la brecha asentada en el orden del 80% atraviesa las expectativas de los empresarios, obligados a remarcar “porque se les puede complicar.” Según el especialista, que el dólar financiero esté próximo a duplicar al oficial, implica dos tipos de inflación: cercana y futura. “Si las empresas ven lo ajustado del balance cambiario y proyectan mayores restricciones, buscarán cubrirse reponiendo productos al dólar financiero, aunque hoy compren al dólar oficial. No solo para asegurarse las divisas, sino porque la brecha indica, a la larga, un salto del tipo de cambio”, estima Albornoz y remata: “Todos sabemos que el dólar financiero no va a ajustar a la baja.”
Sobre esto último reflexiona Ricardo Delgado, titular de la consultora Analytica: “A medida que los sectores sientan la escasez de dólares, es más probable que empiecen a mirar al CCL como costo de referencia. Eso va a inflacionar más los precios”. El economista dimensiona la brecha actual resaltando que duplica la que se mantuvo durante la gestión económica de Axel Kicillof, en torno al 40%.
“La inflación, con este nivel de brecha, no puede bajar más allá de datos puntuales. Para reducirla se quiere generar más dólares, difícil que pueda hacerlo este Gobierno en ocho meses. En consecuencia, seguiremos durante este año con una suba de precios alta”, reflexiona Delgado. De momento, el puente edificado por el Ministerio de Economía para transitar el año sin una devaluación brusca se basa en financiamiento de organismos multilaterales, como el BID o el Banco Mundial, incentivos a la exportación mediante el “dólar agro”, y la garantía de los desembolsos del FMI. Al mismo tiempo, el mercado no soslaya las alusiones devaluatorias resaltadas por la oposición en caso de ser elegida para ejercer el próximo Gobierno, un factor con peso propio en la formación de precios.