El ‘salto al vacío’ de las empresas a la política

Un salto de vereda que puede convertirse en una mala inversión. El listado de los empresarios ecuatorianos que han sido tentados por la política va en aumento, aunque no siempre su incursión concluye en buenos términos lo que, en algunos casos, ha puesto en riesgo no solo patrimonios, sino también reputaciones, así como situaciones legales personales y hasta familiares.

Casi todos tienen algo en común: el ‘bichito’ de la política activa se les pegó luego de que por sus actividades relevantes en el ámbito empresarial privado fueron invitados a ser parte de algún gobierno local o nacional abriéndoles una nueva dimensión de lo que es la gestión en el ámbito de lo público.

El caso más actual es el del presidente Guillermo Lasso, cuyo nombre se hizo conocido por liderar al Banco Guayaquil, aunque no es la única empresa que ha tenido a su cargo. En 1998 fue nombrado gobernador del Guayas por el entonces presidente Jamil Mahuad, quien también lo designó superministro de Economía, en el que estuvo un mes antes de dejar ese gobierno.

De ahí en más su nombre fue cada vez más habitual entre los ciudadanos a la par que iba configurando una plataforma política que en 2013 se vio plasmada en su primera candidatura presidencial que, aunque no la ganó, le permitió autocalificarse como el “líder de la oposición” a Rafael Correa.

Logró la presidencia de la República en el tercer intento y a casi dos años después de iniciado su mandato afronta un intento de juicio político en la Asamblea Nacional, pero también pedidos de investigación impulsados por legisladores de oposición en la Fiscalía General del Estado no solo en su contra, sino también de algunos de sus familiares.

Esto hace prever que los problemas de Lasso no terminarán aun si los opositores en la Función Legislativa logran el cometido de destituir al mandatario o incluso si este llega a completar su periodo pero con sus contradictores cada vez más beligerantes a su gestión.

A quien tampoco le ha resultado muy grata la incursión en política es al empresario bananero Álvaro Noboa que ha buscado la presidencia de la República por cinco ocasiones lo que no solo ha significado el financiamiento de las mismas, sino que lo ha distraído de sus actividades cediendo espacio a otros conglomerados y grupos económicos, aunque él sigue apareciendo en los listados de los empresarios más destacados y acaudalados del país.

El primer ‘guiño’ de Noboa con la política se produjo en 1996 cuando fue nombrado presidente de la Junta Monetaria durante la administración de Abdalá Bucaram, cargo que ocupó por medio año, pero fue suficiente para que en 1998 corra por la presidencia auspiciado por el extinto Partido Roldosista Ecuatoriano.

Ya sin partido propio, porque los dos que creó fueron disueltos por malos resultados, anunció sus intenciones de ir por una sexta candidatura con el aval de Justicia Social para las elecciones de 2021. Sin embargo, esta organización política también fue disuelta por los organismos electorales lo que truncó las intenciones de Noboa, cuyas apariciones públicas han ido mermando cada vez más.

Según Marco Tafur, autor del texto ‘El poder del capital: empresarios y política ecuatoriana’, de la Universidad Central del Ecuador, la presencia de empresarios o representantes de esos gremios en puestos clave de los gobiernos no es nueva. Sin embargo, recientemente algunos de esos actores han ido un paso más hacia la política activa y la búsqueda de puestos de elección popular.

El empresario Isidro Romero Carbo tiene inversiones dentro y fuera del país. Se ha inmiscuido en proyectos habitacionales y la construcción de centros comerciales en Guayaquil, pero también en política siendo diputado en 1996 y buscando la presidencia de la República en las últimas elecciones generales.

Obtuvo una escasa votación de 1,86 % y se enfrascó en una polémica con su binomio Sofía Merino de quien dijo arrepentirse de haberla escogido, además de que por su edad y poca experiencia no entendía que supuestamente le hicieron fraude. Eso incluso provocó que la Defensoría del Pueblo lo denunciara por violencia política. El caso no pasó a mayores.

A diferencia de los que todavía afronta el empresario de la radiodifusión y exalcalde de Quito, Jorge Yunda Machado, cuya incursión en la política desembocó en una investigación por posible peculado en la compra de pruebas PCR durante la pandemia, proceso que lleva paralizado cerca de año y medio.

El también músico y empresario musical tuvo su primer acercamiento con la política cuando en 2007 el entonces presidente Rafael Correa lo nombró como presidente del Consejo Nacional de Radiodifusión y Televisión (Conartel).

Diez años más tarde fue elegido asambleísta por el correísmo y en 2019 alcalde por la extinta Unión Ecuatoriana. Fue destituido por el Concejo Metropolitano y los problemas no solo empezaron para él, sino también para su hijo Sebastián que es investigado por asociación ilícita y se encuentra prófugo en Argentina.

Aunque aparecía como el favorito, Yunda perdió las elecciones seccionales de febrero pasado en las que buscaba repetir como alcalde de Quito y, de alguna manera, revestirse de inmunidad. Sin embargo, sus apariciones y presencia, especialmente en la radio y las redes sociales se mantienen igual que en campaña.

Pero quizás el caso más emblemático de un empresario multimillonario al que su cercanía con la política le jugó en contra es Fernando Aspiazu Seminario, que hoy ronda los 90 años. Fue ministro de Finanzas durante el gobierno de Jaime Roldós y luego se dedicó de lleno a la actividad empresarial lo que le convirtió en uno de los hombres más acaudalados del país.

Luego se conoció que aportó con algo más de tres millones de dólares a la campaña de Jamil Mahuad. En marzo de 1999 anunció el cierre del Banco del Progreso y acusó a las autoridades de que por falta de apoyo no podría cumplir con miles de clientes. Fue sentenciado a seis años de prisión por peculado y estuvo en la Penitenciaría del Litoral y se lo declaró en insolvencia.

En 2014, el portal digital La Historia mantuvo una breve charla con el hombre que usaba la metrovía en Guayaquil. Otros reportes de prensa dicen que hacía sus propias compras y vivía en un barrio de clase media, pero en los últimos años poco o nada se ha sabido del que fuera uno de los hombres más poderosos del país.

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