La banca central no está atrapada y sigue su ruta. La crisis, también

 La banca central no está atrapada y sigue su ruta. La crisis, también

¿Cayó la banca central en la trampa? ¿Es un dilema? ¿Qué debe hacer? ¿Priorizar la guerra contra la inflación? ¿O una pausa, y dominar la inestabilidad bancaria? El miércoles, la Fed subió su tasa un cuarto de punto a 5%. Y mantuvo todos sus planes (la tasa terminal en 5,25% y la contracción cuantitativa programada, QT). ¿Qué objetivo sacrificó? Ninguno. Camina y masca chicle a la vez como la coyuntura exige desde que la corrida tumbó a los bancos SVB y Signature. No se apartó de la hoja de ruta de las tasas. Y expande la liquidez, elástica como chicle. Los depositantes retiraron 98 mil millones de dólares de la banca la última semana. La Fed, las dos últimas, aumentó su crédito en 391 mil millones. Un salto directo de 4,7% que denota su determinación de compensar rápido cualquier merma. Ya sea a través de redescuentos, una nueva facilidad crediticia a plazo o los swaps internacionales de monedas, la liquidez en dólares se preserva generosa, y de fácil acceso, para quien posea buen colateral como garantía. Dentro y fuera de EE.UU. Y el celo de la lucha contra la inflación se manifiesta en el rigor creciente de la política monetaria, dado por el nivel de las tasas de interés en alza. Eso sí, la inestabilidad bancaria podría profundizarlo todavía más. La zozobra -sesgada hacia las entidades pequeñas y medianas- restringe el crédito y recortará la liquidez secundaria del sistema. Es un apretón que se suma al empeño oficial. Por eso se evaluó una pausa en la reunión (luego se desechó) y no se tocó el mapa de puntos. Los mercados proyectan una fuerte baja de tasas en el segundo semestre. No es la inflación; en su visión la recesión gana predicamento.

La Fed que conduce Jay Powell movió sus piezas el miércoles. Al día siguiente, el Banco de Inglaterra elevó sus tasas un cuarto de punto a 4,25%. La inflación de febrero se desbocó, la variación interanual trepó a 10,4%, y selló su suerte. Y el Banco Nacional de Suiza subió sus tasas en medio punto a 1,5%. La tormenta de Credit Suisse no le ató las manos. Por su parte, la semana previa, el BCE había hecho otro tanto. Empujó medio punto a sus tres tasas principales. ¿Dónde está el bendito dilema? No tiene por qué haber sí o sí un conflicto. No, dice la teoría mientras la crisis sea solamente de liquidez. Después de todo, la desconfianza extrema inhibe el gasto y deprime los precios. Pero es la praxis la que obsesiona a los mercados. Y las acciones concretas de los bancos centrales hablan por sí mismas.La Fed sigue su camino. La crisis bancaria, también. Muerto el rey, viva el rey. Y ya tiene un nuevo rehén: Deutsche Bank. ¿De dónde surgió su nominación? Quizás alguien tomó su nombre de una vieja lista de sospechosos de siempre. Es que la institución reinventó su modelo de negocios en 2019. Lleva diez trimestres consecutivos de rentabilidad. El año pasado concretó sus mayores ganancias en 15 (malos) años. Y es, sin dudas, demasiado grande para caer. Y también para ser absorbido a la suiza. No importó. El costo de cubrirse ante un evento de default se disparó en el mercado de swaps crediticios. Es la señal de fuego. “Es irracional”, dicen los expertos. Un sistema bancario de encajes fraccionarios es inestable por diseño. Toda corrida tiene ese racional, en principio. No necesita ser nada personal. Esto es un examen de estrés a todo el sistema. Con blancos móviles. Si no hay nada por aquí, quizás haya algo por allá. Acertar un pleno paga el esfuerzo. Nada une a SVB con Credit Suisse salvo que uno cayó detrás del otro. ¡Eureka! Rige la ley de la gravedad. La crisis se mantiene viva porque la banca central debe persistir en el ajuste monetario. Si no hay dilema que la frene, habrá más erosión. Peor si la economía resucita con bríos -como lo indican los informes PMI de EE.UU., la eurozona y Gran Bretaña, moribundos en la segunda mitad de 2022- y alienta nuevas presiones de precios. Es curioso, Wall Street no lo tomó a mal. Van dos semanas seguidas que cierra al alza, pese a las vicisitudes de las acciones bancarias (y la inquietud que bulle en la trastienda). Y el viernes dedicado a Deutsche no fue la excepción. ¿Exceso de confianza? Sí, en la visión de Raphael Bostic y su bando que predicaba la conveniencia de ponerle un fin cercano a la suba de tasas, antes que asomara la crisis. El (precario) mapa de puntos es su mojón.

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