Debate por la deuda pública: crónica de un default anunciado (Parte XXIII)

 Debate por la deuda pública: crónica de un default anunciado (Parte XXIII)

Si bien Cambiemos había obtenido un tercio de los votos -uno de cada tres (octubre 2017)-, se ignoraba que sumando al Massismo, Randazismo y Peronismo provincial unidos, no seria posible pasar una sola ley en el Congreso Nacional.

Gobernar por Decreto sería una alternativa poco democrática. La dispersión peronista unida, seria mayoría amplia; y aún desunida siempre pensaría lo mismo acerca de ajustes brutales. Los rechazaría. Dos tercios de los ciudadanos-dos de cada tres-le dijeron “No a Cambiemos”. La confusión procedía de la negación del triunfo de Cristina Fernández de Kirchner en la provincia de Buenos Aires y de Rossi en Santa Fe.

La incertidumbre fue cobrando cuerpo, en la medida que los analistas comenzaban a realizar y compartir sus conclusiones. Alrededor de las 9 de la noche del domingo de las elecciones, el gobierno daba ganador en la provincia de Buenos Aires a Cambiemos con 7% de ventaja. A las 4 de la madrugada del lunes, esa diferencia se había reducido a 0,01%, y se suspendió la carga de datos.

“Las armas del tramposo son malas; trama intrigas inicuas para enredar a los simples con palabras mentirosas…” (Isaías 32:10)

En ese “momento” salió a dar su conferencia Cristina, y de repente la diferencia subió un poco más a favor de Cambiemos: 0,07%. Muy sospechoso. Faltaba ingresar 4,40% de los votos en lugares de amplia inclinación a Cristina.

La jugada marketinera para los que se fueron a dormir fue extremadamente exitosa, incluyendo los diarios europeos con cinco horas de adelanto. Esta situación hizo que el presidente Macri y la Gobernadora de Buenos Aires (María Eugenia Vidal) festejaran a las 11 de la noche un triunfo simulado en la provincia de Buenos Aires.

A ello se sumó la provincia de Santa Fe, donde los resultados oficiales empezaron dando una ventaja de 5% a Cambiemos y al suspenderse la carga de votos, el oficialismo nacional estaba obteniendo solo 27,87% contra Rossi 27,13%, faltando cargar 2,14% de los votos.

En las provincias de Buenos Aires y Santa Fe, el resultado publicitario fue alterado por el escrutinio definitivo, pero eso se entendió después de algunas semanas. Todo parecía planeado. Pero existía el peligro que el carnaval triunfalista, utilizara los datos como cortina de humo para ignorar los problemas económicos-sociales que afectaban a la gente de a pie.

Cualquier análisis macroeconómico develaba que antes de enero de 2018 llegaría la hora de la verdad (lo anticipamos con fecha en Diario Registrado). Sucedería que Luis “Toto” Caputo volvería de EE.UU. con la sentencia inapelable. “No le prestamos un dólar más”. Macri y el mejor equipo de los últimos 50 años, se habían caído del mundo.

¿Estábamos leyendo la realidad política y social, o una revista de negocios para vender publicidad? - No lo sabíamos. Pero si el resultado de las PASO, el 22 de octubre siguió siendo que 2 de cada 3 argentinos rechazó el ajuste.

Macri no podría cumplir sus promesas ni siquiera con los organismos internacionales de crédito, las calificadoras de riesgo, la banca internacional, los tenedores de Lebacs ni al empresariado argentino.

La incertidumbre en el exterior no se había disipado, independientemente del médico del Banco Mundial que había venido a respaldar a Macri hablando de su sacrificio y el sacrificio del pueblo coreano. La historia de Macri no se parecía al sacrificado medico coreano, ni el pueblo argentino tampoco.

En voz baja pocos eran los analistas “no pagos” que creían en una gobernabilidad sustentable “a palos”. Los planes de estabilización del pensamiento hegemónico requieren equilibrio fiscal, no podían dilatarlo más. Y lo querían como hoy, como siempre; por el lado de bajar el gasto público. No funcionó la devaluación competitiva de Prat Gay, y los planes de estabilización no son sustentables a largo plazo desde la historia y desde una perspectiva social en la Argentina.

Después de las elecciones Macri era percibido como un presidente embrollón hasta por Alejandro Fantino.

Cambiemos manipulaba elecciones y engañaba a la sociedad, desnaturalizando atrevidamente la realidad, independientemente que el “mejor equipo” no resistía sus propios archivos. Todo esto probablemente no le permitiría a Cambiemos afianzarse, ni siquiera en el corto plazo.

“Conseguir tesoros con lengua mentirosa es un vapor fugaz…”

En el resultado nacional el peronismo ganaba lejos, la segunda fuerza nacional era la línea interna kirchnerista, que sumaba en todos los distritos 22%, Massa 8%; Randazzo 6%, y 21% más sacaron los peronismos provinciales. Llámele como quiera, “era el peronismo”.

Revisando la historia, Alfonsín en 1985 con 43% no pudo terminar su mandato. De la Rúa en 2001 hizo una pésima elección de medio término y a los dos meses renunció. Solo los presidentes peronistas: Menem en 1991 y Kirchner en 2005, que sacaron 41% pudieron consolidarse en el tiempo, para construir poder y lograr periodos largos. Macri fracasaría.

Era patético, pero todavía no se anunciaba la derrota de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires que aglutinaba 38% del electorado. El primer candidato a Senador nacional por Cambiemos en el distrito-Bullrich y la gobernadora Vidal habían festejado la derrota. Lo hicieron desairando aun a su propio electorado al subestimarlo. Mucha gente que se fue a dormir temprano, cuando se despertó estaba enojada.

Decía Cambiemos que Cristina podría ganar. Aunque fuera por un margen estrecho, si esto era así, el resultado tenía un significativo efecto político. En cambio, si Cristina hubiera perdido, probablemente el efecto “desaliento” en sus seguidores, habría hecho difícil revertir el estado de ánimo para octubre.

Cambiemos podía ir por Massa y Randazzo, pero estos no eran dueños de los votos peronistas, ni los peronistas o la izquierda han tenido tradición de votar UCR o CEOs para realizar “ajustes”.

El Gobierno desorientaba a cualquier pensador. Lo primero que hizo fue iniciar negociaciones para poner límite al gasto público en 2018, mediante una reforma y actualización de la ley de Responsabilidad Fiscal (que fracaso durante el menemismo). Pero a la vez, y en forma inconsistente desarrolló la negociación de la distribución de los fondos coparticipados y la reclamación de la provincia de Buenos Aires, de aumentar el porcentaje asignado al Fondo de Redistribución del Conurbano.

Los gobernadores presentaron acciones judiciales, se negaron a un entendimiento, comenzaron a pensar en armar bloques, para concentrar la negociación parlamentaria, que para todos seria crucial. La intención del gobierno era limitar el gasto antes del 22 de octubre, postergando la reforma laboral, tributaria y previsional, para después del 10 de diciembre, a ver si sumaban algo.

Pero el obstáculo más importante no eran las PASO, ni octubre, ni la política, sino el conflicto social, los sindicatos y los movimientos sociales. Una marcha convocada por la CGT incluyendo al sindicalismo combativo y los movimientos sociales, más el conurbano bonaerense había votado en forma contundente. La izquierda no es un porcentaje, sino una parte de “la calle”, allí donde Duran Barba no llega.

La decisión de la central obrera peronista fue unánime, hubo gremios de la izquierda moderada y una enorme aparición de movimientos sociales. Durante todo aquel fin de semana la Jefatura de Gabinete intentó negociar con los dirigentes sindicales peronistas la suspensión de la marcha, pero no lo logró.

El campo social retomaba la iniciativa, coincidiendo con el reclamo de unidad política y electoral que planteaban Rossi y Katopodis.

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