El dólar blue, el FMI y la teoría de los juegos: Massa, Godot y la insólita pregunta del Washington Post

 El dólar blue, el FMI y la teoría de los juegos: Massa, Godot y la insólita pregunta del Washington Post

Una pareja de padres quiere que su hijo concurra a la universidad privada cuando comience el ciclo lectivo. Sin embargo, antes que ocurra esto, desean que consiga un empleo durante el verano, ya que, de esa forma, piensan, aprenderá a manejarse con responsabilidad. Entonces le ofrecen que ellos completarán los gastos que tenga en la universidad si consigue el empleo y ahorra. El problema es que el plan de los padres es “inconsistente temporalmente” y que su hijo lo sabe: aunque no logre el empleo de verano, sus padres quieren que vaya a la universidad y le darán el dinero necesario. Por lo tanto, el chico se va de vacaciones durante el verano.

Lo mismo podría estar pasando entre el FMI, el ministro Sergio Massa y la pulseada por ver cómo se recalibran las metas del acuerdo en el "juego" que es la negociación. Conviene entonces mencionar el concepto de "inconsistencia temporal", vinculado al problema de que, si bien existen reglas con el FMI, también hay evidencia sobrada de que el organismo se manejó muchas veces con discrecionalidad. En la teoría de los juegos del premio Nobel John Nash, no tenemos que preguntarnos entonces qué vamos a hacer, sino que debemos preguntarnos qué vamos a hacer teniendo en cuenta lo que pensamos que harán los demás.

Si soy el FMI y pienso que el Gobierno tendrá incentivos para no cumplir con las metas, ¿qué actitud debería tomar? Si soy el ministro Massa y pienso que el FMI tendrá incentivos para tensar la pulseada y recién sentarse a dialogar con el próximo gobierno, ¿qué camino debo seguir? ¿Qué pasaría incluso si voy un paso más allá y pienso que al final del camino el FMI deberá darme lo que pido?

Por ejemplo, las tensiones están a la orden del día. Según pudo saber Ámbito de fuentes oficiales, Sergio Massa buscará que el déficit cierre este año en el equivalente de 1,9 puntos porcentuales del PBI (incluso podría cerrar más arriba), mientras que los Georgieva`s boys exigen que sea de 1,5 puntos, es decir, que se lleve a cabo un ajuste mayor. Se entiende lo duro de la pelea: en medio de una campaña electoral, el FMI no avala un mayor gasto porque presupone que eso podría dejar al Gobierno con posibilidades de pelear una elección al tener mayores recursos. En definitiva, la pulseada adopta ribetes políticos antes que económicos.

Sin concretarse aún, el tan mencionado viaje a Washington de la comitiva del ministerio de Hacienda parece ser una reversión del clásico de Samuel Beckett. Vladimiro y Estragón, los dos personajes de la obra, esperan a Godot sin perder las esperanzas. Conversan, se miran, se cuentas cosas, se preguntan otras. Obviamente, en la obra, Godot nunca llega, pero siempre parece que su llegada está al caer. Se entiende entonces que la discusión de Godot, y la del FMI, se anudan en otras discusiones previas que, presuponemos, deberían haberlos traídos a esta instancia. El Gobierno quiere que todo este capitulo se lea así. Que la discusión por el tipo de cambio ya fue zanjada y que ahora se habla de otras cuestiones.

En un contexto donde el dólar blue es récord y se disparó $11 en tres días tras superar por primera vez los $500, reprimir la ansiedad muchas veces produce más ansiedad. Por eso debe entenderse el marco en el que se está dando la discusión entre el ministro Massa y el FMI. Lo que dice la teoría. Los juegos. Cuando dos personas negocian y una es razonable y la otra no, ésta última es la que gana en la negociación, pues el razonable aceptará con tal de no perder todo. Un repaso por los informes de la city que se preguntan: ¿cuál es la parte razonable y cuál no, en esta historia?

Como se dijo, hay tres datos que deben evaluarse. El primero, el propio FMI aceptó y confirmó que el Gobierno ha ejercido su derecho como miembro de agrupar tres recompras (pagos de capital) con vencimiento en julio y pagarlos a fines de este mes. Por otro, al Gobierno le urge cerrar la quinta revisión del Programa de Facilidades Extendidas (EFF, por sus siglas en inglés), ya que, como es sabido, en agosto el FMI cierra sus puertas. Traducción, Economía quiere lograr un staff level agreement (SLA) ahora, y luego dejar correr entre dos y tres semanas para obtener el visto bueno del board, que debería llegar justo antes de las PASO. Al tercer dato hay que desdoblarlo: el fin de semana, con la inauguración del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (GPNK) y sus intervenciones en los medios, Massa aseguró que el FMI se había opuesto a la concreción de la obra del GPNK. En ese contexto, se entiende que la estrategia es “sacarle” al FMI su permiso para intervenir en los mercados del dólar. A cambio de ese poder de intervención, el FMI estaría pidiendo más ajuste en el gasto público y alguna promesa adicional relacionada con el tipo de cambio oficial.

Regresamos entonces al equilibrio de Nash, el de la teoría de los juegos, esta vez con una mirada en el mercado de cambios. Massa cree que, en las últimas corridas cambiarias, éstas tuvieron lugar porque era vox populi que el Gobierno no estaba autorizado a intervenir en el mercado cambiario. El “mercado” jugó contra la brecha porque el FMI había avisado que no estaba permitido intervenir. Sin embargo, el Gobierno prefirió sofocar cualquier intento de desestabilización. De ahí en más, sabe que necesita publicitar que el FMI lo autoriza a la intervención en los mercados. De esa forma tendría una herramienta para despejar el horizonte de tensiones e inestabilidad. Massa no quiere una devaluación y menos, un impacto sobre el sistema de precios en la previa de las PASO. Sólo necesita que el FMI le gire los dólares y que le den el visto bueno para poder intervenir. En esa pulseada, hay quienes creen que el FMI deberá otorgarle a la Argentina alguna facilidad de corto plazo que le permita al Gobierno -pero también al organismo- llegar a una instancia de transición. Sería la estrategia elegida por los dos jugadores. Argentina es el mayor deudor del FMI y como suele decirse, el problema también lo tiene Kristalina Georgieva.

Un artículo de Bloomberg publicado por el Washington Post se hizo, ayer, en un correcto inglés, pero también con una tónica agorera, una curiosa pregunta: ¿podrá el “boom argentino del petróleo y el gas” sacar de la crisis financiera al país? Acto seguido, la pluma de Juan Pablo Spinetto, periodista, le da el “on the record” a varios analistas. Entre otras cuestiones, lo que se menciona en el artículo está en línea a lo que planteó esta semana un informe del Bank of America sobre el futuro de Mercadolibre, algo que hizo bajar la acción en Wall Street hasta 7% en una sola jornada: que los próximos meses podrían traer una mayor debilidad del peso argentino contra el dólar y que esto debilitaría -junto con el cepo y la administración de las importaciones- el balance de la firma. El Washington Post redobla entonces y pregunta: ¿puede la falta de divisas complicar el corto plazo del desarrollo de Vaca Muerta? Así, la lectura que proponen es la del tango Naranjo en Flor…, es decir, que primero hay que saber sufrir para, después, amar, después partir y al fin andar sin pensamiento…

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