Diálogos de Wall Street

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Periodista: La crisis bancaria no terminó, dice el CEO de JP Morgan. Se viene la sequía del crédito de los bancos. Y Arabia Saudita y sus socios de la OPEP van a retacear más de un millón de barriles de petróleo. No alcanzó con el shock de la energía que produjo la invasión rusa a Ucrania y la guerra de sanciones, quieren precios del crudo más altos. ¿Qué nos va a matar? ¿Ahora sí caemos en las garras de la estanflación?

Gordon Gekko: No se me había ocurrido. Alguien que le diga a las acciones del S&P500 que presten atención.

P.: Rusia anunció un recorte de medio millón de barriles y lo de la OPEP es llovido sobre mojado. Se suponía que Arabia Saudita era un aliado de EE.UU.

G.G.: Hay un antes y después del asesinato del periodista Jamal Kashoggi. El presidente Biden responsabilizó al príncipe heredero, y él es quien lleva las riendas del gobierno. Sin embargo, esta cuestión es de negocios, no es política. Y yo diría que tampoco es una jugada ofensiva aunque sí sea agresiva en las actuales condiciones de incertidumbre.

P.: ¿Cómo es eso?

G.G.: Los países petroleros están moviéndose en defensa propia. Quieren ponerle piso al precio del crudo. Un piso más alto, sí.

P.: No un barril a 100 dólares, como ya se especula.

G.G.: EE.UU. usó sus reservas estratégicas de petróleo para contrarrestar la tendencia alcista que produjo la invasión a Ucrania. Con los precios (del crudo WTI) por debajo de 80 dólares la expectativa era que se dispusiera a reponerlas, pero Washington dijo que todavía no. Cedió así la iniciativa. La OPEP respondió con las negras. Uno puede pensar que le salió al cruce a posibles cotizaciones más bajas.

P.: La reacción inicial fue de sobresalto.

G.G.: Pero sin exagerar demasiado.

P.: Las cotizaciones, a grandes rasgos, escalaron 5 dólares el barril. A 80 dólares el WTI y a 85 el Brent. Entre 6% y 7%. Lo que más trepó fue la variedad Ural, la que vende Rusia, y que por las sanciones vale mucho menos. Avanzó 10%, tocó algo más de 64 dólares. Los recortes anunciados por la OPEP entrarán en vigor en mayo. ¿Cuánto más potencial de suba quedó en el tanque?

G.G.: No soy un experto. Uno esperaría que la noticia se descuente plenamente.

P.: Así no llegará a 100 dólares muy rápido.

G.G.: No creo que sea la idea. Para eso habrá que cumplir con el anuncio a rajatabla y esperar una fuerte recuperación de la demanda de China, que no sea satisfecha por la oferta excedente de Rusia. Y si se da lo segundo, y los precios suben visiblemente, es posible que los recortes no se realicen. La palabra de la OPEP es flexible, especialmente cuando habla de números.

P.: ¿Cree que se complicará la inflación internacional? Janet Yellen, la secretaria del Tesoro, se queja de una decisión poco constructiva dada la alta inflación. ¿Obliga a mudar el rumbo de la política monetaria?

G.G.: No. Es un cisne blanco. Y de pequeño porte. Sería mejor que no se cruzara en el camino en este momento, pero no es una vicisitud que nos aparte del rango de precios en el que estamos operando desde diciembre. La política antiinflacionaria hoy, tanto en EE.UU. como en la eurozona, está focalizada en doblegar la inflación núcleo de servicios. La baja del precio del petróleo no era la llave de la solución, y que ascienda por única vez arruinará alguna medición puntual del costo de vida (en la proporción que afecte a las naftas), pero no más.

P.: La tasa de fed funds se ubica en 5% y al final del proceso de alzas, según la visión oficial, debiera estar en 5,25%. Me queda claro que la OPEP no forzará un cambio de política. Pero cuando Jamie Dimon, el CEO de JP Morgan, nos recuerda que se desconoce dónde terminará la crisis actual, que tendrá repercusiones duraderas, y que las chances de una recesión aumentaron, ¿no cita buenos motivos para revisar los planes?

G.G.: Es al revés. Por eso se mantuvo el mapa de puntos. La Fed estaba inclinada a ser más agresiva antes de la caída de los bancos. Prefirió no innovar por las razones que cita Dimon. La próxima decisión -a principios de mayo- debiera ser más fácil que la de marzo. El banco central no tocará nada si los motivos de preocupación son estrictamente los que desvelan a Dimon y se calma la ebullición del empleo y la inflación. Pero si no es así, subirá la tasa un cuarto de punto y se sentará a esperar. Querrá ver hasta dónde el crunch crediticio de los bancos le hace el trabajo sucio. No imagine una Fed enfrascada en una meditación zen pero sí más cauta en sus desplazamientos.

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